domingo, 31 de marzo de 2013

EL PRÍNCIPE CAIMÁN


Príncipe Caimán, como lo llaman en el barrio los parceros. Murió de SIDA como las flores. Él tenía laberintos en las escamas, que en últimas eran cicatrices de puñaladas pero si vos las tocabas sentías minotauros rompiendo calles, corriendo cielos, destruyendo cuerpos En la noche del 25 de diciembre, cuando él huía de los polochos. Porque le había pegado tres tiros al niño dios. Por pirobo. Sólo por eso. Porque muchas veces a nacido y ninguna a muerto. -Que sienta lo que sintieron los niños de mí invasión, que fueron acecinados lentamente por no tener seguro, mientras él nacía y el mundo en rumba, decía entre dientes. Dientes podridos por el basuco que un arcángel y un vecino le vendían. Como vender el día, el color y las nostalgias Corría como alma que lleva el diablo, como el alma del diablo Cruzando la esquina del parque central se resbaló con un pedazo de cielo que se había caído por el clima. Era normal encontrarse cosas en el suelo, como la vida, colillas de cigarrillos a medio usar, monedas y sueños. Al caer aprovecharon los polochos para cogerlo Cómo te llamas le preguntaban en el interrogatorio. Pero él no se acordaba. Ese nombre que nos dan cuando pequeños en un papel, en una notaría, en un arranque de hacernos con palabra, no lo recordaba. Él era más el Príncipe Caimán como lo había llamado la vida y no sus padres. Ya no se acordada como se llamaba de niño. Creo que era niño, pensaba…


por: JAVIER MAMIAN.

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